VIDRIO – AZULEJO DE MONTERÍA

Decorado con un único motivo dentro de un círculo, este tipo de azulejo tiene su origen en Italia en el siglo XVI, pero se desarrolla especialmente en el siglo XVII en los Países Bajos, país con una industria de producción en masa de azulejos que permitió a sus productos invadir el mercado europeo y llegar a Sevilla.

Por ello, estos azulejos también se conocen como azulejos estilo Delft, en honor a la famosa ciudad holandesa donde se producía este tipo de cerámica.

La gama de motivos producidos en Sevilla es variada y anecdótica, y las posibilidades para su aplicación en la arquitectura eran grandes.

Durante el período barroco se produjeron cambios importantes: como fuente de inspiración, los tapices fueron sustituidos progresivamente por la pintura religiosa y el imaginario secular. Un espíritu narrativo comenzó a invadir azulejos y vajillas, que dejaron de ser artículos de lujo para convertirse en objetos populares, tanto por su público como por su estilo de decoración.

A lo largo del siglo XVIII la producción de cerámica vidriada en Sevilla se redujo al barrio de Triana, en el lado correcto del río Guadalquivir, donde en 1721 se contabilizaban 82 talleres. Llama la atención el sentimiento de las líneas, la vida que se da a las figuras tanto humanas como animales, la ligereza y la espontaneidad para trazar paisajes con edificios tan caprichosos como improbables.

Todos sus diseños estaban tomados de la vida cotidiana real, estampados florales y figurativos, escenas de caza y pesca, agricultura, tauromaquia y cualquier vida del campo. Los alfareros trianeros dieron a estos diseños y materias el nombre de Montería por lo que con esa denominación se conocen los azulejos y jarrones decorados con ellos a través del tiempo hasta nuestros días. El uso de estos azulejos se redujo a pequeños murales en cocinas, despensas interiores o contrahuellas de escaleras.